sábado, 5 de abril de 2014

Lemon Fragance


Él viste una camisa azul a rayas, chamarra de imitación piel color negra y pantalón de mezclilla ajustado, seguramente va saliendo de su trabajo, alguna oficina de esas que obliga a sus empleados a entrar a las diez para salir a las seis de la tarde.

Su mirada ya está cansada aunque es muy joven, unos cuarenta, quizás menos. 

Escribe constantemente sobre una pantalla blanca, mensajes entran y salen en cuestión de segundos.

Llega el transporte, lo aborda.

Él viste de pantalón gris, de esos que tienen muchas bolsas y una chamarra negra tipo gamuza.

Lleva en sus manos un libro desde hace más de cuatro meses, cada vez se jura que ese día lo terminará de leer, es un buen propósito de año nuevo. Poco más de veinte años, quizás treinta.

Espera el transporte, llega, lo aborda.

El dragón rojo lleva el estómago lleno, sólo queda un recoveco donde las almas se juntan.

Él, el de treinta coge el tubo para sostenerse, recarga su cabeza, guarda nuevamente el viejo y maltratado libro a la mochila, la gente se aglomera, el calor es insoportable.

Él sigue "texteando" presa de w-app, mensajes, mensajes, mensajes, salir de la oficina, hacer vida, sociabilizar vivir, vivir en una pantalla, texto, texto, texto, letras y más letras, iconos.

Él sigue pensando que debió salir antes.

Se detiene todo menos el calor de la primavera.

Él desvía su mirada del monitor al sujeto de enfrente.

Él sonríe, todo menos quejarse por lo apretado que va o el calor insoportable, el dragón se incendia internamente.

En el aire, una sutil fragancia.

Él sabe que ese olor le es familiar, cierra los ojos, inhala muy suavemente para confirmar el aroma.

Cítricos, sin abrir los ojos se deja guiar hasta el origen, recorre una muñeca delgada y poco a poco se dirige hacia el cuello, al pasar por la axila percibe otro aroma, no es sudor, o quizás si pero los químicos son más fuertes, más intensos, cítricos, se concentra el aroma a limón, naranja y otros y se detiene.

Su cuello empieza a relajarse, es como un Granouille que ha aislado todos los aromas para quedarse con uno en especial, como un niño que se encuentra un juguete nuevo en medio de la nada.

Percibe las pequeñas sutilezas de aquel ser, lo inhala profundamente mientras el otro se convierte en una especie de Jonathan Harker.

Hay una invitación, es clara para ellos y para nadie más.

Él no quiere saber de nada, ni siquiera su nombre, el timbre de su voz, nada, sólo le vio a los ojos por segundos, pero tampoco eso le importa, sólo quiere roer su cuerpo hasta extraer ese aroma a cítricos, consumir cada poro, cada célula.

Él trata de escapar, es imposible, el león se convirtió en ratón.

Caricias suaves, discretas, pérdidas ante los ojos del mundo, éxtasis.

Él juega a dejarse atrapar, a decir verdad ni eso le interesa, sigue perdido en la fragancia, podrían despojarle de sus cosas, de su ropa, de todo y no se enteraría.

Limón, naranja, mandarina pomelo, pomelo, mandarina, naranja, limón, limón, limón.

Él abre sus ojos,ambos se miran, el dragón rojo se ha indigestado, decide escupirlos, vómitarlos.

Pero afuera, ya no está la esencia, el tramposo dragón la ha robado para sí, celoso, imprudente.


Él regresa a su pantalla, él corre a su cita, no hubo adiós, hasta luego o nos vemos.

Él dragón les robo su eternidad como individuos.

Sólo fueron dos cuerpos de primavera envueltos en deliciosos cítricos, sólo fueron dos cuerpos que se encontraron por media hora en el interior de un dragón, sólo eran dos personas evadiendo su realidad.



Isaías Avilés
4 de abril 2013